Recambios nuevos o de segunda mano

Esta es una de esas disyuntivas que toda aquella persona que alguna vez ha tenido un vehículo conoce. Y es que a pesar de que siempre se hacen todos los esfuerzos posibles por realizar las labores de mantenimiento que marca el fabricante con el objetivo de no sufrir ninguna avería, todos sabemos que esto no es posible. Siempre habrá alguna circunstancia que provocará una avería por pequeña que sea esta. De ahí la importancia de saber si lo que tenemos que comprar son recambios coche nuevo o usado, es decir, de segunda mano como los que podemos encontrar en un desguace.

En primer luchar hay que decir que no hay ninguna duda de que un repuesto nuevo siempre es un repuesto mejor. No quiere esto decir que no pueda tener una tara de fábrica. En absoluto. Lo que queremos decir con esto es que un repuesto que viene directamente del fabricante va a ser un recambio que nos va a dar un mejor rendimiento durante un tiempo más prolongado. Eso sí, es cierto que un repuesto nuevo siempre va a implicar una inversión de dinero algo mayor pero, ¿realmente no merece la pena tener todas las prestaciones posibles a cambio de un poco más de dinero? Nosotros, al menos, pensamos que sí.

Ahora es el turno de hablar de los repuestos de segunda mano. Sin ánimo de crear ningún tipo de controversia, es de justicia admitir que este tipo de repuestos siempre va a estar en peores condiciones que uno nuevo. Y es que a pesar de que es cierto que los desguaces a día de hoy tienen unos exigentes controles de calidad, no es menos cierto que en muchas ocasiones se “cuelan” piezas que no deberían estar ahí ya que proceden de coches que han tenido un siniestro o de vehículos que no han estado para nada cuidados. Claro, a su favor tenemos el factor económico. De hecho, según algunos estudios y comparativas que se han realizado lo más normal es ver que los repuestos de segunda mano tienen un precio entre un 35% y un 55% inferior al precio de un repuesto nuevo. Una razón de peso para muchas personas que no tienen una situación económica holgada.

A partir de este momento debe ser la persona en concreto la que debe valorar su situación personal y la que debe tomar la decisión, la cual, por supuesto, debe ajustar bien a su bolsillo y a sus necesidades.

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